I. Aclaración introductoria

        En este blog estaré compartiendo algunos fragmentos de las reflexiones que expresé en mis diarios y en hojas sueltas en la década de 1990, cuando era una adolescente. Eso sí: en honor a la transparencia, cabe aclarar que si bien dedicaré este blog exclusivamente a textos con potencial de resultar inspiradores, es decir, a los escritos en que plasmé mi "lado luminoso" -la faceta de una jovencita que ya soñaba con un mundo mejor y con convertirse en la mejor versión posible de sí misma-, esa cara de la moneda estaba secretamente balanceada por otra que podríamos llamar mi "lado oscuro". Así, por ejemplo, cuando estaba cerca de cumplir 17 años, escribí el siguiente poema catártico.

EL LÍMITE

Déjenme llorar, déjenme gritar

que en el vasto universo soy un polvo más

que si mañana no estoy, el mundo seguirá

que a nadie le hago falta, que estoy de más

que al mirar el espejo lo quisiera quebrar

Déjenme odiar, déjenme sacar

lo que tanto tiempo tuve que callar

lo que no está permitido experimentar

lo que a mí no me tocaría jamás

Quisiera dormirme y ya no despertar

Déjenme saber que soy una mierda ya

que no merece que nadie la llegue a amar

embotellada en un cuerpo que nadie deseará

y con un alma que Dios ya no puede limpiar

¡Déjenme sentir! Déjenme despertar

del ridículo sueño que me hicieron tragar

Toda esa basura de que soy especial

y que puedo hacer algo por la humanidad

Y me juran que existe el amor de verdad

Estoy realmente cansada de seguir la bondad

¡Déjenme sufrir, déjenme explotar!

Dejar de preocuparme por los demás

dejar de esforzarme por ser ejemplar

Hoy me faltan motivos para respirar

Al fin y al cabo el llanto se secará

y mi voz en mi garganta se pudrirá

para que no vuelvan a oírla jamás

Traigan mi sonrisa plástica y mi disfraz...

La función debe continuar.

    Hecha esta importante aclaración, ahora sí, procedo a compartir una selección de los textos "luminosos" que escribí entre los 13 y los 17 años.