VII. 15 años - Texto no.4

Crédito de la imagen: cortesía de mi (actual) niña interior

02/junio/1996

SIN TÍTULO

Ella estaba en busca de ese tesoro que le daría felicidad. Pero no encontraba la llave que abría el cofre conteniendo las mayores riquezas de la vida.

Y se hizo amiga de la decepción. Empezó a caminar junto a la tristeza, por el sendero negro.

Entonces, percibió una luz brillando a lo lejos, detrás de las tinieblas. Y una voz, la suya propia, le dijo que había olvidado buscar en un lugar.

Ella miró su interior. ¡Allí estaba! Casi intacto, un tesoro valiosísimo. Había olvidado que ya era rica. Recordó que allí había quedado la llave de la felicidad. Le dijo adiós a la tristeza y volvió al camino. Inmediatamente acudió la felicidad a acompañarla. Allá arriba, hubo una gran sonrisa.

Ella se propuso no apartarse más de ese camino y dejó la puerta abierta... la de su corazón, para que pudiera salir belleza y entraran los seres humanos; entró también la luz del sol, el azul del cielo, el verde de las plantas, los colores del arcoíris, el aroma de las flores, la frescura de la lluvia, lo estrellado del firmamento, la blancura de la luna...

El velo cayó; dejó de vendar sus ojos, para que vieran la grandeza que se refugiaba en las cosas más pequeñas y el tesoro que guardaba cada corazón, y la fortuna de la vida, que le había otorgado tantísimos obsequios, y el resplandor del horizonte frente a ella.

Le echó un vistazo a su memoria, y la dicha la invadió: descubrió que sólo hospedaba bellos recuerdos y lecciones de oro.

En ese instante sintió amor por todo su ser, por todo lo que había alrededor, y mucho más por Quien lo había creado. Súbitamente, percibió el lado hermoso que existía en todo.

Se acordó de que la mejor forma de obtener una sonrisa era brindándola. Le sonrió a la Vida, y ésta respondió.

Ya escribí esta historia. Ahora me toca hacerla realidad.